Hoy hace un día muy bueno. Dan ganas de pasear. De estar en contacto con la naturaleza. De disfrutar de la vida un poquito. Muchas veces no disfrutas, pero hoy sí.
Como tú, ese joven, hoy en día joven es una larga temporada, ha decidido aprovechar el momento.
Ha cogido sus zapatillas y las de su hija y se ha ido a dar una vuelta por la montaña. Es primavera. Hace bueno y la belleza asoma.
La montaña que habéis elegido es puro placer. Tenemos flores deseando ser olidas. Árboles preparándose para dar su fruto. Y armonía. Y tranquilidad.
No solo tú y el joven disfrutáis. La niña también. Está encantada. Es una actividad magnífica. Descubre cosas que no conocía. Su imaginación trabaja a destajo.
Se paran a descansar. Tú también te paras. El padre se sienta en una roca redondeada. Tendrá el picnic listo en pocos minutos.
La hija va a investigar. Descubre un cerezo en flor. Lleno de vida. Junto a él, muchas flores y plantas. ¿Qué esconderán? Empieza a pensar.
«Quizá dentro del árbol viven unos duendes. De esos que no pueden ver los humanos. Puede que estos seres pequeñitos tengan el secreto de la belleza. A lo mejor me están mirando ahora.
Me gustaría conocer a los duendes. Seguro que viven mil aventuras. Y, además, hablan con los animales. Yo querría conocer el idioma animal. Sí, sería muy guay. Hablar con los pájaros. Mira, una mariposa ha salido de esa flor. Voy a ver hacia dónde va. ¿De dónde sacan esos colores tan vistosos? Yo vi unos gusanos convertirse en mariposa una vez. Se hacen una bolsa y se meten dentro una temporada y luego ¡zas! son otro animal.
Yo, si pudiera, me convertiría en otros animales. Me metería en la cama y por la mañana podría ser un león. O, mejor, cada día una cosa. Un día un mono para trepar por los árboles rápido, muy rápido. Otro día una marmota para dormir todo el día.
Sería mi súper poder. Y podría utilizarlo solo con dormir. A lo mejor puedo conseguirlo. Tendré que investigar…»
Su padre, hace un rato, se ha quedado observando a su hija. Ensimismado. Tiene el almuerzo listo para devorar, pero ve tan contenta a la niña que no quiere molestarla.
Su cerebro también funciona a destajo. Será el aire fresco de la montaña que le hace reaccionar y pensar.
«Ha sido un gran acierto venir aquí. La niña no para de sonreír y disfrutar. Por el camino era todo preguntas. ¿Qué es esto? ¿Para qué sirve lo otro? La tendré que traer más veces.
La próxima vez espero que pueda venir su madre. ¡Con lo que le encanta la naturaleza!
Pero las obligaciones mandan. Hoy ha tenido que ir al trabajo. A veces no disfruta. Yo a veces tampoco disfruto en el curro. ¿Por qué hemos llegado a esto? Tenemos recursos suficientes para repartir mejor la riqueza.
Hoy yo estoy repartiendo riqueza. Esta niña es un poco más rica que ayer. Es necesario. Estar en contacto con la naturaleza. Nos hace mejores.
Mira como corre tras la mariposa. Belleza tras belleza. Parece una poesía…»
Te ha alegrado aún más el día. Ver tan contentos a dos personas te ha hecho disfrutar. Tienes que seguir con tu jornada, pero hoy ya sabes que todo irá bien. Irá mejor que bien. Y sabes que siempre podrás disfrutar un día en el monte.
Nos leemos en la próxima.
Isaac.
Si te ha gustado lo que has leído, compártelo con el resto de los mortales en tus redes sociales y, si quieres, deja un comentario en este blog con lo que piensas.
También te gustará leer:
Deja una respuesta